A los compañeros del tren especial que es nuestra vida

jueves, 29 de marzo de 2018

Aprendamos a decir que NO.....








Les parecerá extraño, pero seguramente les habrá venido a la mente, la serie de oportunidades en que sintieron que debían decir que No, y por educación mal entendida, por no quedar mal, por pena o por incluso, Miedo... No se atrevieron a decirlo.

Es algo que nos ha pasado a todos, o a casi todos, en realidad. Pero nunca es tarde para aprender y para ser, aún así, asertivos, con la persona con la cual deben serlo siempre y en todo lugar: Con ustedes mismos...

Yo era el tipo de personas que decía Si pero..., y ese pero significaba que no estaba al 100 % de acuerdo con la afirmación, pero tenía tanto miedo de quedar mal, de parecer egoísta, de ser humana, que al final avenía a lo que la persona o grupo quería y yo me quedaba con la sensación de que nunca me escucharían o que se burlarían de mí, así que terminaba aceptando algo, que iba contra mi razón, o contra mi sentido de la supervivencia...

Años más tarde, y gracias a los ¨palos de la vida¨aprendí, que es mejor un No a tiempo, antes que mil si hubiera. Lo peor que puede pasar es que nos quedemos aparentemente solos, pero es que en realidad la soledad no es mala, al contrario, es una compañera que no exige mucho y que te da en cambio muchas razones para evaluar las situaciones, ponerlas en valor y determinar qué quieres o no en tu vida, en un momento o circunstancias de la vida. 

Conozco personas que, estando rodeados de gente se siente sola, y otros como yo, que estoy ¨aparentemente sola¨ y no se sienten así.

Razones hay muchas, en lo personal, porque siempre tengo cosas por hacer, planes que culminar o por emprender, mi alma es inquieta y siempre tiene un montón de tareas o retos a los que poner atención, y que me impiden sentir algún tipo de vacío. Estoy viva, pienso, siento, tengo alegrías que compartir, sueños personales y grupales y sobre todo, amo a mi familia, amigos y compañeros de trabajo o estudios y eso me da mucha energía para emprender cada día con entusiasmo juvenil, a pesar de los años que llevo entre pecho y espalda.

Es cierto que someto todo a un examen exhaustivo, por defecto propio, pero también es cierto, que esa cautela mía, pertenece a la glándula amígdala cerebral, que, al igual que a los hombres de la cavernas, me previene del peligro inminente, y se forma en mi cerebro la señal de alarma, sopeso la situación y tomo la decisión, a veces arriesgada, pero decisión al fin y al cabo y corto por la tangente. Sin mirar atrás.

Un No a tiempo, nos aleja de situaciones que podrían haberse presentado y que nos tomarían por sorpresa y desprevenidos... Aún en los casos en que nos equivoquemos, la vida siempre nos presenta nuevas oportunidades para reflexionar y comenzar de nuevo. Lo hemos hecho cientos de veces a lo largo de nuestra vida, y dejarnos llevar por la intuición, no va a evitar que sigamos adelante. El camino de la vida está lleno de escollos, de remansos, de curvas peligrosas, de llanuras y de montañas empinadas, pero las hemos enfrentado cada vez, con los recursos y conocimientos alcanzados y las hemos soslayado o cruzado, hasta hoy que leemos este escrito mío, o que yo pongo en letras, lo que mi alma me dicta...

Me he equivocado cientos de veces, y muy posiblemente volveré a cometer errores, aquellos que pueda evitar lo haré a conciencia, los otros, los que se escapan de mi control, los asumiré, uno a la vez, en la medida que se vayan presentando. Estoy en paz con mi pasado, sé lo que pasó, lo que hice o dejé de hacer. También sé que no lo puedo cambiar, pero en vez de vivir en él. Lo asumo como parte del equipaje, sumo las experiencias que me dejaron y sigo mi camino. Sólo puedo actuar en mi presente, en este momento, el ayer, ya pasó, y el mañana no ha llegado...

He aprendido, sin embargo, a decir que No, y desde hace algún tiempo, prefiero decir que No a tiempo, por mí, porque es mi responsabilidad de vida y la asumo con todas sus consecuencias, sin miedo, sin dudas. Por los míos, por aquellos a quienes respeto y admiro, me lo debo y se los debo.

Dios nos bendiga amigos lectores, que tengan un día realmente maravilloso.


Mireya Pérez



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